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Los esfuerzos para detener el cambio climático en el planeta son insuficientes, y no basta con controlar las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera; se requiere detener la destrucción de bosques tropicales, que avanza a un promedio de 10 a 15 millones de hectáreas anuales, e incluir a las especies en peligro de extinción en los mercados internacionales de carbono.
Así lo demandaron ecólogos del mundo reunidos en dos agrupaciones líderes en su campo: la Asociación de Biología Tropical y Conservación (ATBC por sus siglas en inglés) y la Sociedad de Ecología Tropical (GTOE por sus siglas en inglés), de acuerdo con el boletín de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Tras una reunión celebrada hace unos días en Marbug, Alemania, ambas agrupaciones emitieron la Declaración de Marbug, en la que destacan la necesidad urgente de maximizar la conservación de la biodiversidad en las negociaciones sobre el carbono en los bosques.
"Si buscamos detener el nocivo cambio climático, simplemente debemos reducir la desenfrenada destrucción de los bosques tropicales, que es responsable de arrojar cada año cinco mil millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera", dijo Miguel Martínez Ramos, investigador del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) de la UNAM.
Los bosques tropicales se encuentran entre los ecosistemas biológicamente más ricos de la Tierra y mantienen por lo menos la mitad de todas las especies vegetales, animales y hongos en un área histórica que equivale apenas al 7% de la superficie terrestre del planeta.
De igual forma son el hogar de un número estimado de 50 millones de personas indígenas y proporcionan los medios de subsistencia para grandes números de comunidades rurales.
"Pero no basta con reducir las emisiones de carbono, también debemos salvar a las especies en peligro de extinción", enfatizó el especialista de la UNAM.
Esos ecosistemas desempeñan una gama de servicios ecosistémicos primordiales, como el almacenamiento de grandes cantidades de carbono en su biomasa viva y en el suelo, con lo que reducen la erosión del suelo y las inundaciones corriente abajo; además, liberan cantidades abundantes de vapor de agua hacia la atmósfera que crean nubes y promueven vida, generando lluvia.
En la Declaración de Marbug, los científicos afirman que el problema es que, con frecuencia, los mercados internacionales de carbono se enfocan en proteger bosques en extinción que se encuentran en las tierras más baratas, como en la Amazonía.
Las especies más amenazadas no están únicamente en la Amazonía, comunicó William Laurance, Presidente 2008 de la ATBC.
"Estas especies se encuentran también en los últimos pedacitos de bosque que quedan en países como Filipinas, Madagascar, India, África del Oeste, las cadenas montañosas de los Andes en América del Sur y en aquellos de Mesoamérica. Estos lugares representan regiones donde se concentra la mayor biodiversidad mundial y son refugios finales para miles de especies de plantas y animales amenazadas", añadió el investigador de la Universidad James Cook en Australia..
En diciembre dentro de la Cumbre de Cambio Climático de las Naciones Unidas en Copenhague, Dinamarca, se buscará negociar este tipo de mercadeo de carbono al cual muy pronto podría acumular miles de millones de dólares cada año.
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