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Globales, por sorpresa e igualmente devastadoras, la crisis del 29 y la actual tienen rasgos en común. "Como entonces, se ha roto el espejismo" de que el capitalismo es un estado de bienestar continuo, afirmó ayer Pablo Martín Aceña, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá de Henares, quien analizó los parecidos y las diferencias que, con ocho décadas de distancia, tienen estas dos crisis económicas que muchos se empeñan en comparar.
Parecidas en las circunstancias pero distintas en su evolución ya que, a juicio del catedrático, la mayor capacidad de reacción y la ausencia de tensiones ideológicas son las claves que diferenciarán la forma de superarlas. Martín Aceña hizo estas reflexiones en el encuentro Lo peor no es inevitable. Literatura, economía y política en la Gran Crisis, organizado por la Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco, en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
¿Estamos ante una nueva gran depresión? ¿Qué legado nos va a dejar? Martín Aceña desgranó lo que supuso, a finales de los años veinte, el crack económico del martes negro: "En aquel momento no hubo reacción, o al menos fue tímida y equivocada"; tampoco había consenso, "ahora nadie quiere destruir el sistema libre de mercado y eso facilita la cooperación internacional", aseveró Martín Aceña.
El Estado también juega ahora, 80 años después del crack, un papel muy distinto al de entonces. "Su participación se asume y se presenta como algo normal, somos más pragmáticos". Los Gobiernos han actuado masivamente para rescatar a las economías, y eso ha sido vital a juicio del catedrático, que habló de "un nuevo intervencionismo, como un Estado salvador en el que los banqueros confían", pero que corre un riesgo "moral", porque si pensamos "que nuestro comportamiento no tiene consecuencias puede ser fatal". No obstante, Martín Aceña citó a una asesora de Obama para llamar a la prudencia. "No nos fiemos de los brotes verdes", advirtió, "no cantemos victoria porque las cicatrices de la crisis tardan en cerrar".
El encuentro también versó sobre la situación de América Latina, región que muchos consideran que se verá menos afectada por esta crisis. Las experiencias de desarrollo frustrado de las últimas décadas del siglo XX han hecho que las gestiones económicas de estos países hayan sido más prudentes, explicó José Antonio Alonso, director del Instituto Complutense de Estudios Internacionales. A pesar de ello, los problemas de gobernabilidad y la fuerte inequidad social constituyen puntos de vulnerabilidad que harán más difícil la recuperación.
La crisis, explicó Alonso, la padecerán "más los países más abiertos", los que dependan más de "los mercados exteriores y de financiación internacional como el turismo y las remesas". El catedrático incidió en la necesidad de potenciar "un cambio productivo", en "generar capital humano" a través de la educación. Una reforma fiscal, que corrija las grandísimas desigualdades que se dan en América Latina, también será clave para acelerar el proceso de mejora en un continente que adolece de gobiernos frágiles.
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