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La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que al día siguiente de la derrota electoral sufrida por su partido en las legislativas del pasado domingo aseguró en una rueda de prensa que no iba a hacer cambios en el Gabinete, terminó aceptando ayer la renuncia de Ricardo Jaime, secretario de Transportes. Se esperaba que el ministro de Comercio Interior, Guillermo Moreno, la auténtica bestia negra de la oposición, solicitase también su relevo.
Ayer fue un día especialmente negativo para Cristina Fernandez, cuyo Gobierno tuvo que asumir, además, duras críticas por su manera de manejar la crisis de la gripe porcina. El nuevo ministro de Salud, Juan Luis Manzur, que sustituye a la dimisionaria Graciela Ocaña, tuvo que hacer frente a nuevas estadísticas, según las cuales el número de muertos se eleva ya a 44 (cuando hasta hace dos días sólo se admitían 28), lo que confirma que Argentina es el país con mayor índice de mortalidad por numero de enfermos de gripe A en todo el mundo. Manzur anunció que se destinarán nuevos fondos, 1.000 millones de pesos, a combatir la epidemia.
En medio de la preocupación por el desarrollo de la crisis sanitaria, se empezaron a conocer noticias sobre posibles dimisiones. La única confirmada hasta este momento es la de Jaime, uno de los funcionarios más cuestionados del Gobierno y uno de los que más veces ha sido relacionado con casos de corrupción. Durante la reciente campaña electoral, se le acusó de hacer uso de un avión particular, de propietario desconocido. El caso está siendo investigado por un fiscal, pero ésa es sólo de una de las muchas causas judiciales en las que se ha visto implicado. En la actualidad afronta al menos seis demandas por presuntas irregularidades en la concesión de subsidios a ferrocarriles, asistencia a una línea aérea en quiebra y falta de renovación en autobuses urbanos. Como secretario de Transportes, impulsó la expropiación de Aerolíneas Argentinas, que estaba en manos de la española Marsans, un caso que todavía no está totalmente resuelto.
La renuncia más llamativa, en caso de confirmarse, sería la de Guillermo Moreno, por cuyo cese clama la oposición en pleno. Moreno ha venido actuando como ministro de Economía de facto (el auténtico titular del departamento, Carlos Fernández, pasa prácticamente desapercibido) y se le acusa de haber manipulado el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), del que dependen los índices oficiales de inflación y de crecimiento económico. Moreno es uno de los ministros más odiados por los dirigentes agrícolas y son famosas sus virulentas conversaciones con los empresarios del país, argentinos y extranjeros, para reclamarles que se adapten a sus instrucciones.
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