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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aprovechó ayer los festejos del 5 de mayo en los jardines de la Casa Blanca para repudiar públicamente la legislación antinmigrante de Arizona, así como para insistir en que se propone trabajar a partir de este mismo año con demócratas y republicanos para hacer realidad una reforma migratoria justa y comprensiva.
Ante un selecto grupo de aproximadamente 300 personas que se congregaron en el jardín de las rosas de la Casa Blanca —y entre quienes destacaban en primera fila el secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont y el embajador de México, Arturo Sarukhán—, el presidente Obama volvió a insistir en su intención de revisar los elementos constitucionales de una ley que amenaza con vulnerar los derechos civiles de cientos de miles de ciudadanos e inmigrantes de origen latino.
“No podemos permitir que se señale a la gente por su aspecto, por la forma en que habla o por su vestimenta. No podemos convertir a ciudadanos estadounidenses y a inmigrantes que respetan la ley en sujetos de sospecha y abusos. No podemos dividir al pueblo americano de esa forma. Esa no es la forma de ser de Estados Unidos”, aseguró Obama ante un auditorio que festejó su mensaje, en momentos en que el temor a una oleada antiinmigrante vuelve a preocupar a la comunidad latina en EU.
El mensaje de Obama, un intento por aplacar las críticas del caucus hispano que le ha criticado por su falta de resolución a la hora de impulsar un acuerdo bipartidista, ha querido así cauterizar las heridas de las fuerzas hispanas vivas en el Capitolio, y de una comunidad inmigrante que ha rechazado mediante marchas multitudinarias la promulgación de la legislación antiinmigrante SB1070 en Arizona.
“Por supuesto que será difícil. Pero se puede hacer, se necesita hacer”, insistió Obama en referencia a los contactos que deberá reiniciar para tratar de recomponer el consenso bipartidista que apenas la semana naufragaba, tras el anuncio de Lindsay Graham, el único senador republicano que se había comprometido a apoyar un proyecto de reforma migratoria, de abandonar el barco de la negociación.
El pronunciamiento de Obama contra la legislación antiinmigrante de Arizona deberá sortear el ambiente en contra que hoy se respira en el Congreso, donde la totalidad de los republicanos y un sector conservador del Partido Demócrata se han resistido a arrimar el hombro para impulsar una reforma migratoria que no es bien vista por los electores, cuando el índice de desempleo se mantiene inamovible en 9.8%.
A pesar de ello, el presidente Obama se ha arriesgado a empeñar su palabra durante los festejos del 5 de mayo que, en Estados Unidos, se han convertido en una forma de honrar el legado hispano que hoy más que nunca se encuentra en entredicho por los alcances de una legislación que, precisamente, intenta reducir a su mínima expresión la presencia demográfica y cultural de los inmigrantes hispanos en Arizona.
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