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“Yo soy la Resurrección y la Vida”, es el versículo bíblico grabado con letras doradas en el pequeño altar de cantera rosa, que se antepone a la tumba que pertenece a Marcial Maciel.
Al aposento mortuorio corona una pequeña capilla, y lo acompaña una imagen de La Guadalupana. Es la principal tumba dentro del mausoleo particular, ubicado en un terreno privado, bardeado, y situado al lado del panteón municipal de la ciudad que lo vio nacer, Cotija de la Paz, en tierras michoacanas.
Ahí yacen los restos del fundador de los Legionarios de Cristo, junto con los de sus padres, Maura y Francisco, tres hermanos más, así como los cuerpos de 18 sacerdotes y las cenizas de una religiosa de la misma congregación.
El mausoleo está hecho para albergar sólo a la alta jerarquía de la congregación, una especie de salón VIP, sobrio en su interior, al cual sólo se accede con permisos especiales. Hasta el momento, ningún medio de comunicación había tenido acceso al lugar.
“A mi tío lo están traicionando. No sé hasta dónde quieran llegar en el Vaticano. Pero también los mismos mexicanos. Como familia, no nos han dado ningún testimonio real que se haya vencido en un juicio. Nada es verdad hasta que se demuestra”, expresa con un tono molesto, Francisco Maciel Silva, hijo de José, el mayor de los hermanos con vida del padre Marcial Maciel.
El sobrino del polémico sacerdote accede a dar una entrevista, aunque se muestra renuente por considerar que los medios de comunicación “se creen todopoderosos y nada más están difundiendo lo que les conviene”, se queja.
“La gente que lo conocimos sabemos que no es cierto lo que se dice. Conviví con él desde niño y nunca noté nada de homosexualismo, de drogadicción, de despilfarro y de tantas cosas que se inventan, puros rumores, puras calumnias. Gente que no lo conoció opina sólo por opinar”, enfatiza Maciel Silva al tiempo que detalla: “Lo veía muy seguido, y siempre andaba acompañado de varios sacerdotes”
“Mi tío dormía cinco horas y el resto trabajaba. Todo el tiempo que le reconocían alguna obra, decía que no era gracias a él, sino gracias a Dios”.
El “demonio” de Cotija
¿Qué le parece el mote que le han puesto a su tío como “el demonio de Cotija”?, se le pregunta a Maciel Silva.
“Los medios no tienen por qué juzgar, por ejemplo, gente como [Carmen] Aristegui sale a decir que está bien o mal, pero ellos (los medios) no son dioses, ellos no tienen la verdad. Esto es una inquisición, donde algunos se creen todopoderosos y los demás no contamos. Todo esto de mi tío es una cuestión de poder, de política”
Y enunció el legado de su pariente: “Él decía que iba a atacar las élites y transformar a los de arriba para ayudar a los necesitados. Las obras que hizo son correctas, incluso con apoyos del gobierno. Aquí por ejemplo tenemos un dispensario médico que se puso junto con Sedesol; hay escuelas de todos los niveles donde gente que no tendría la remota posibilidad de estudiar lo puede hacer por un precio mucho menor y recibe la misma educación que la que pagan en las escuelas del Distrito Federal”.
Reclama que su familia está muy afectada por todo lo expuesto.
“Mi papá tiene 95 años pero está muy lúcido. Está muy triste, él lo ve como envidia de la gente. Incluso lo involucran de testigo en una boda de mi tío, cosa que es totalmente falsa”.
Beatriz Torres, otra sobrina de Marcial Maciel, pero de vínculo más alejado, se limitó a reclamar: “Le hubieran dado chance de defenderse. Ahorita hacen leña del árbol caído, ¿pero por qué en vida no lo juzgaron?”.
Tierra de santos
Famosa por sus quesos, que son reconocidos más en Europa que a nivel local, Cotija de la Paz es un municipio michoacano vecino a Jalisco, que presume como “hijos locales” a personajes tan dispares como Cantinflas (la madre y los hermanos del cómico nacieron ahí); al cantante ranchero Felipe Arriaga, así como al escritor de Pito Pérez, José Rubén Romero.
Pero quienes se disputan la popularidad entre sus 19 mil habitantes religiosos, son dos parientes: San Rafael Guízar y Valencia, el primer y único obispo de América canonizado; y su sobrino, Marcial Maciel Degollado.
Algunos le llaman “tierra de santos”, porque además fue la cuna de una candidata a beata, y por lo tanto a santa, “Mamá Maurita”, Maura Degollado Guízar, madre de Marcial Maciel. Pero también ha visto nacer a un destacado general cristero, Jesús Degollado, además de otros cuatro obispos.
De ahí también partieron los Legionarios para el mundo. Ahí también una muestra de su legado: dos centros culturales, una casa sacerdotal, una casa de retiro, una universidad privada, un colegio, y un convento. De ahí que se clasifiquen como una comunidad “mocha”.
En un sondeo con 20 cotijenses, gente de a pie, vecinos, comerciantes, amas de casa, religiosas de otras congregaciones, de todas las edades, 80% no duda en afirmar, algunos de forma apasionada, que lo que se ha difundido sobre el padre Maciel, invocando con cierta reverencia su nombre, “¡son mentiras!, puro chisme”. En su mayoría, los defensores del prelado aseguran haberlo conocido y haber tenido trato directo con él. Algunos dicen recibieron su apoyo personal.
El otro 20% se divide en dos, pertenecientes a generaciones más jóvenes. O bien se muestran indiferentes al tema, o condenan sigilosamente al sacerdote. “Este es un pueblo bien mocho. Nadie le va a decir otra cosa, pero por ejemplo, se sabe que el padre Maciel era dueño de uno de los hoteles de aquí al cual llegaba a venir la esposa del presidente Vicente Fox en un helicóptero. También hay gente que fue violada por el padre, pero eso nadie lo va a decir”, afirma un policía de la localidad, que pide enfáticamente su anonimato: “¡No me vayan a correr!”.
La condición: sólo la “verdad”
A riesgo de perder su empleo, el jardinero Alejandro Barragán permite que se tomen fotos de la sepultura del padre Maciel. Es uno de los dos cuidadores del mausoleo legionario, y será inevitable que no se conozca su responsabilidad al hacer públicas las imágenes.
Pero Alejandro, de 34 años y con dos hijos que estudian becados en escuelas legionarias, accede con la única condición de que se dé a conocer “la verdad”. Es decir, la versión que sale de su boca y que representa a la mayoría en Cotija, lo afirma tajante: “Han venido de todas partes. Los de Televisa hace poco se quisieron saltar. Pero sólo se puede con permiso de uno de los padres (de los Legionarios de Cristo) directores”.
Sus ojos brillan al hablar de Marcial Maciel, y dice que no le da pena que “algunas” personas lo llamen “marcialito”, como apodan a los seguidores de los Legionarios. “¡No es justo esta traición del Vaticano!”, pronuncia enojado. Cree que en el fondo se trata de una pelea por el dinero de los Legionarios, entre la sede católica y los que llama como “supuestos” hijos de Maciel.
“El padre era muy bueno. Conmigo llegó a platicar unas ocho veces. Con él yo sentía una tranquilidad bien profunda. Me echó la mano con material para construir mi casa, ¿y a quiénes no apoyó? Todas las colonias Zaragoza y Amado Nervo. Reconstruyó dos parroquias, y fundó la universidad para que los chavos no se fueran a Morelia a estudiar”.
Una rara escultura en bronce de una mujer en pie y con los brazos abiertos, de cerca de dos metros de altura, yace por encima del mausoleo, techado de concreto. Una parte de la placa explica que su significado es: “La travesía de la Vida. Una mujer eternamente joven surca los mares encrespados de la vida.
“No teme ningún peligro ni las acechanzas del maligno…”.
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