Las FARC, ante la nueva realidad

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En vísperas de cada elección, las FARC solían emitir su voto y la manera de hacerlo era a través de alguna acción armada de peso, de esas capaces de conmover a la opinión pública o de las que conmovían a las estructuras mismas del Estado.

Hoy, la insurgencia más antigua del continente debe conformarse con un comunicado para reclamar “la falta de voluntad” del gobierno al intercambio humanitario, lo que muestra una debilidad que los candidatos a la presidencia dicen que van a aprovechar.

El ejemplo más acabado de cómo influían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en los comicios fue aquel encuentro en la selva entre Pedro Marín, alias Tirofijo, y el entonces candidato a la presidencia, Andrés Pastrana, para acordar una negociación de paz en caso de que este último ganara las elecciones. La foto con el legendario guerrillero disparó la figura de Pastrana en las encuestas, gracias a una sociedad que deseaba la paz. Con Pastrana aún en el Palacio de Nariño, la ruptura de esas negociaciones y el secuestro de la entonces candidata Ingrid Betancourt y su secretaria Clara Rojas, en febrero de 2002, terminó de volcar la balanza a favor de Álvaro Uribe, en su carrera a la presidencia.

En estos comicios, las FARC han sufrido un duro golpe: el rescate de los cuatro policías en cautiverio en el Guaviare, que vuelve a mostrar la debilidad de sus estructuras. Aunado a eso, en el círculo cercano de Juan Manuel Santos, el candidato oficialista y casi seguro reemplazante de Uribe, se habla de “terminar la tarea empezada en 2002. Aniquilar a la guerrilla para que deje de ser un factor de desestabilización permanente”.

“Tenemos todo para terminar con la guerrilla, hasta el apoyo de la oposición”, explica un asesor de Santos, dando por descontada la mayoría en el Congreso y el respaldo popular que surgirá de las urnas el domingo, donde las encuestas (que fallaron en la primera vuelta) hablan de un triunfo de Santos, logrando hasta 62% de los votos.

Por el lado de la guerrilla colombiana, ayer dieron a conocer un comunicado donde acusan al gobierno y a los candidatos de “quitarle del intercambio humanitario”.

“La oligarquía mafiosa responde con argucias y trampas premeditadas, haciéndole el quite irresponsablemente a una figura universalmente reconocida, como es el intercambio de prisioneros”, dijeron las FARC en un comunicado difundido ayer por la agencia ANNCOL, que propala informaciones de la guerrilla. Y es que en vísperas de estas elecciones, buena parte de las energías de las FARC estaban puestas en la hipótesis del intercambio, algo que se había potenciado incluso desde algunos sectores del uribismo, cuando a comienzos de marzo fueron liberados el cabo Gustavo Moncayo y el soldado Josué Calvo.

Pero los resultados electorales comenzaron a delinear otra realidad en el despacho de Uribe como en el búnker de campana de Santos. “Si una receta fue exitosa por qué habría de ser cambiada. La sociedad sigue apoyando la política del presidente y que se busque el final de una guerrilla que no puede frenar su declive”, opina Alfredo Rangel, de la Fundación Seguridad y Democracia.

De esta manera, el próximo 7 de agosto, cuando asuma el próximo presidente, cuando se cumplan ocho años de que las FARC lanzaran cohetes sobre el Palacio de Nariño en plena toma de posesión de Uribe, la realidad de la guerrilla y los colombianos será muy distinta. Todos, a un lado y otro de la trinchera, tienen elementos para creer que el final del conflicto está un poco más cerca del final.