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Rusia no descarta enviar tropas de paz para estabilizar el sur de Kirguistán, sacudido en los últimos días por sangrientos enfrentamientos étnicos en las ciudades de Jalalabad y Osh, afirmó ayer el jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev.
Una alianza militar encabezada por Rusia ya ha elaborado un plan anticrisis para detener los choques entre uzbekos y kirguises, dijo Patrushev. El despliege de los soldados de paz rusos sólo será posible cuando el plan sea aprobado por los líderes de los países que integran la Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva (OVKS), una alianza militar de siete ex repúblicas soviéticas creada en 1992 a instancias de Moscú.
El Consejo de Seguridad de la ONU condenó el brote de violencia étnica, que se ha cobrado la vida de al menos 124 personas, al tiempo que apeló a la calma para resolver manera pacífica las diferencias entre kirguises y uzbekos. “El Consejo de Seguridad condena los actos continuados de violencia en la república kirguís y resalta la necesidad de apoyar la distribución urgente de ayuda humanitaria”, dijo a la salida de una reunión el presidente de turno del órgano, el embajador mexicano Claude Heller.
El diplomático explicó que diferentes agencias de Naciones Unidas tratan de hacer llegar ayuda a las poblaciones afectadas por los varios días de violencia en el sur del país
El gobierno interino de Kirguistán hablaba ayer de sus primeros avances para estabilizar la situación, pero testigos oculares afirman que las calles siguen siendo escenario de saqueos, incendios y disparos. Los choques étnicos entre kirguises y uzbekos han dejado cerca de 124 muertos y más de mil 500 heridos, según fuentes oficiales. La comunidad uzbeka, sin embargo, habla de más de 700 muertos.
El Ejército kirguís informó la detención de provocadores y francotiradores en uniformes de camuflaje que habrían alimentado la tensión asesinando selectivamente a kirguises y uzbekos, que viven los más graves enfrentamientos en 20 años.
La Alta Representante de la Unión Europea para la Política Exterior y la Seguridad Común (PESC), Catherine Ashton, describió la situación como “muy peligrosa”. “Ahora mismo, lo más importante es restablecer la calma en la región”, dijo Ashton. Fuentes locales señalan que al menos 100 mil uzbekos escaparon de las ciudades de Osh y Yalal Abad. En el valle de Fergana se levantaron tiendas de campaña para los refugiados.
La Cruz Roja denunció que muchos cadáveres fueron enterrados sin identificación.
El sábado, el presidente ruso Dmitri Medvedev había rechazado la petición de la presidenta interina de Kirguistán, Rosa Otunbayeva, que reclamó al Kremlin ayuda militar para sofocar los disturbios. El gobierno interino cree que los partidarios del depuesto presidente Kurmanbek Bakijev son los responsables de los enfrentamientos. que habrían instigado mediante el asesinato premeditado tanto de uzbekos como de kirguises con el objetivo de desestabilizar aún más la república centroasiática.
Medvedev sólo había enviado soldados para proteger las bases rusas que se encuentran en el norte de Kirguistán y se había negado a enviar tropas para ayudar a restablecer el orden en el sur.
La alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, urgió ayer mismo a las autoridades locales y nacionales de Kirguistán a proteger de inmediato la vida de todos los civiles en el país “sin importar su origen étnico”.
Pillay condenó la violencia interétnica. “Se han perpetrado asesinatos indiscriminados, incluso contra los niños, y han tenido lugar violaciones con base en la identidad étnica”, lamentó la titular de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
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