El presidente alemán dimite

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El presidente de Alemania, Horst Koehler, presentó ayer con efecto inmediato la renuncia al cargo, después de ser criticado por unas polémicas declaraciones que hizo sobre la misión de los soldados alemanes en Afganistán.

La renuncia cayó en Berlín como un balde de agua fría y tomó a todos por sorpresa. Es la primera vez que un jefe de Estado germano presenta su dimisión.

Entre el reconocimiento por la labor de Koehler al frente de la presidencia desde 2004, también arreciaron comentarios negativos por no haber mantenido una actitud soberana frente a las críticas, dañando así la imagen ética y de alto contenido moral que tiene el cargo.

La jefa de gobierno, Angela Merkel, y otros líderes políticos, fueron informados apenas minutos antes de conocerse en la opinión pública. “Estoy muy sorprendida, traté de que cambiara de parecer, pero fue en vano”, dijo Merkel, agregando que lamentaba “profundamente” la dimisión del mandatario.

Koehler fue un presidente “de la gente” que hizo mucho por la imagen de Alemania en el exterior, dijo Merkel, quien en una primera reacción se excusó de nombrar a un candidato de la alianza de centroderecha que lidera para ocupar el cargo.

De acuerdo con la constitución, el presidente deberá ser elegido en el plazo de un mes, a más tardar el 30 de junio.

El conservador Koehler, de 67 años, asumió la presidencia federal alemana en 2004 con los votos de los partidos de la centroderecha y después de dirigir durante cuatro años el Fondo Monetario Internacional.

El año pasado fue reelegido para un segundo mandato que expiraba en 2014. Su retirada es un serio golpe para el gobierno de Merkel, que enfrenta serios desafíos en medio de la crisis económica y del euro.

El motivo de la renuncia, explicó Koehler, fueron las críticas que en amplios sectores de la sociedad se le hicieron por unas declaraciones sobre las intervenciones militares alemanas en el exterior.

En una breve alocución, el mandatario dijo ayer, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos, que en los últimos días se suscitaron “malentendidos en cuestiones importantes y delicadas”, en sus declaraciones sobre la función del Ejército alemán.

En una entrevista radial ofrecida días atrás mientras regresaba de una visita relámpago a Afganistán, el mandatario justificó el mandato de las Fuerzas Armadas germanas en ese país: “Un país de nuestras dimensiones y orientado hacia el comercio exterior y dependiente de él tiene que saber que, en caso de urgencia, la misión militar es necesaria para salvaguardar nuestros intereses”, dijo.

Políticos de la oposición lo acusaron de estar justificando “guerras comerciales” que no respondían ni a la base jurídica ni a la justificación política de la misión en Afganistán e incluso algún miembro del gobierno se atrevió a calificar las valoraciones de “desafortunadas”.