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Cuando Elena Kagan recibió hacia fines del 2008 al equipo de la Casa Blanca que revisó a fondo su trayectoria profesional y su currículum (a fin de revisar y consolidar su candidatura al cargo de procuradora general), el grupo de expertos de talante inquisitorial no tuvo reparos ni contemplaciones a la hora de rebuscar en los aspectos más íntimos de su vida sexual.
¿Cuáles son sus preferencias? Se le preguntó entonces, a quemarropa. La respuesta sin rodeos de Elena Kagan —asegurando que sólo le interesaban los hombres en el terreno sexual— dejó satisfecho al equipo encargado de escrutar las candidaturas del presidente Barack Obama antes de ser sometidas a la consideración del Senado.
Pero no sucedió lo mismo con quienes, desde círculos vinculados a la extrema derecha del Partido Republicano, han vuelto a generar rumores sobre las preferencias sexuales de Kagan para poner en entredicho su reputación y malograr sus aspiraciones para convertirse en uno de los nueve magistrados que conforman la Suprema Corte.
Algunos han insinuado que Elena Kagan se rehúsa a salir del armario; estas las insinuaciones a través de distintos blogs han obligado a la Casa Blanca a actuar con rapidez para defender el honor de Kagan y evitar el descarrilamiento de su candidata a la Suprema Corte de la nación.
La primera piedra
Fue Ben Domenech, un bloguero conservador de la cadena CBS, el primero en lanzar la piedra, al señalar que Elena Kagan se era la primera mujer “abiertamente lesbiana” que la administración Obama presentaba como candidata al máximo tribunal.
Domenech, un antiguo colaborador del diario The Washington Post que fue despedido entre múltiples acusaciones de plagio, se ha visto obligado a presentar disculpas a Kagan ante el desmentido de la Casa Blanca.
Sin embargo, el rumor, que Domenech aderezó con versiones de que la supuesta amante de Kagan era bien conocida en los círculos académicos de Harvard, no ha sido desaprovechado por grupos de extrema derecha que han iniciado una campaña con recolección de firmas para “evitar la confirmación de una peligrosa mujer de extrema izquierda”.
La campaña de la extrema derecha —que ha querido vengarse así de Kagan por su decisión, cuando se desempeñaba como decana de la Escuela de Leyes de Harvard, de restringir en 2003 y 2004 el acceso de los reclutadores de Ejército a los recintos universitarios—, no ha tenido el impacto deseado, al menos por el momento. A pesar de ello, los rumores han dejado al descubierto a todo un pelotón de francotiradores que tratarán de descarrilar la confirmación de la abogada en el Senado con insinuaciones, denuncias y hasta calumnias.
“Independientemente de sus preferencias sexuales, lo importante es saber si un candidato puede o no ser buen juez. Es decir, si servirá, o no, de forma fiel el dictado de la Constitución por encima de sus puntos de vista”, ha señalado, Jeff Sessions, el republicano de mayor rango ante el Comité Judicial del Senado, en un intento por desmarcarse de la campaña de rumores sobre las preferencias sexuales de Kagan.
“Y en el caso de Kagan, no sólo interpretó mal la ley al prohibir el reclutamiento en los recintos de la Universidad, sino que la violó”, añadió Sessions, dejando entrever así la estrategia que los republicanos utilizarán a partir del próximo mes, durante un proceso de confirmación senatorial que promete ser intensa.
La batalla será no sólo para decidir el futuro de Elena Kagan, sino para robustecer o perjudicar las aspiraciones electorales de demócratas y republicanos en noviembre próximo.
Prevén un proceso muy duro
Por ello, independientemente de las credenciales académicas y profesionales que han sido valoradas por la Casa Blanca para escoger a una mujer soltera. de 50 años y de origen judío como candidata a suceder al juez John Paul Stevens en la Suprema Corte, la mayoría de los analistas coincide en señalar que el proceso de confirmación “será muy duro”.
“Estamos en año de elecciones y sólo esto garantiza un proceso de confirmación muy sucio”, consideró Bob Schieffer, uno de los más reputados comentaristas, al vaticinar una lluvia de dardos envenenados contra Kagan.
Si la abogada, considerada una de las principales expertas en derecho constitucional, es capaz de salir airosa de esa lluvia de ataques y descalificaciones que se avecina, demostrará que no sólo ha sido la mejor elección de Obama, sino que la clase política será capaz de hacer de lado sus agendas electorales para juzgarla por sus méritos y experiencia.
Ni Jesús se hubiera salvado
“Desafortunadamente, el Senado es un espacio muy beligerante en tiempos electorales. Por eso mismo, si el presidente Obama hubiese elegido al mismísimo Jesucristo o a Mahoma, aún así su elección se hubiera enfrentado a un pelotón de críticos”, dijo Abner Mikva, un antiguo juez de apelaciones y viejo amigo de Kagan, en referencia al tiempo y a las circunstancias electorales que hoy conspiran contra la nominación de la ex decana.
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