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La psicosis revolotea sobre la comunidad artística y los profesionales del quehacer cultural. Desde la semana pasada, los rumores acerca de un inminente recorte presupuestal de grandes proporciones en diversas instituciones dependientes del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) inquietan a ejecutantes, escritores, editores, investigadores, curadores y museógrafos que colaboran en proyectos musicales y editoriales, puestas en escena, exposiciones, investigaciones, etcétera.
La preocupación tiene un sustento real y, de hecho, consecuencias concretas. Por ejemplo, la pianista María Teresa Frenk, al frente de la Coordinación Nacional de Música y Ópera apenas desde enero pasado, renunció a su cargo hace una semana. Los motivos ella misma los ventiló en un mensaje electrónico enviado a su comunidad. “Se nos pide un recorte de 50 % del pago de honorarios más la cancelación de todo lo artístico que implique costos para la CNMO a partir de este momento. No quiero ser yo la que ejecute semejante cosa”, escribió la funcionaria y aclamada concertista de piano, quien sigue en funciones aunque se ha mantenido fuera de su oficina por estar de viaje. KIOSKO buscó a la maestra Frenk para conocer detalles sobre los recortes propuestos en su área, pero no respondió.
De acuerdo con declaraciones de funcionarios culturales expresadas off de record en los últimos días, los empleados y colaboradores por honorarios de todo el gremio están en la mira de ser uno de los blancos del recorte presupuestal al subsector cultura decidido por la estrepitosa caída de los ingresos en las arcas de Hacienda debido, entre otras cosas, a la aguda recesión mundial.
Ante la ola de incertidumbre, el 30 de julio pasado el INBA rechazó “afirmaciones de que se esté corriendo a sus artistas” en un comunicado oficial en el que prometió respetar “a todos aquellos contratos de honorarios con la comunidad artística que se tienen comprometidos y que, en lo que respecta a la creación de nuevos proyectos, se hará una revisión particular de cada uno de ellos”.
Sin embargo, son un hecho las cancelaciones de proyectos inminentes y el envío a la banca de colaboradores por honorarios. En días recientes han trascendido algunos casos, pero la mayoría de los afectados por el momento prefiere no manifestar su inconformidad.
Algunos casos concretos
Una docena de colaboradores por honorarios de la Dirección General de Publicaciones de Conaculta comentó que han sido suspendidos los dictámenes y la producción de diversas ediciones planeadas para este año. Pero aun cuando una fuente de sus ingresos se haya secado, ellos prefieren tomárselo con cierto estoicismo “para tener las puertas abiertas cuando la situación se normalice”.
Las razones de Minerva (el nombre es supuesto) sintetiza claramente los temores de la mayoría de los damnificados: “Es una situación muy difícil para todos. Me frustra que me cancelen un proyecto en el que trabajé muy duro, pero no puedo darme el lujo de pelearme por ahora; necesito cobrar lo que me deben y quiero negociar que no sea una cancelación definitiva, que sólo se posponga o por lo menos dejar posibilidades abiertas para hacer otras cosas en 2010. Los museos no son infinitos y necesito trabajar”.
La investigación, el campo de Minerva, junto con otras especializaciones relacionadas con las artes visuales, fue la primer área de la que trascendió el recorte de presupuesto planteado en toda su crudeza hace unos días por la administración del INBA a los directores de los museos adscritos al instituto.
Inconformes, pero hasta el momento sin llegar a la renuncia como protesta, algunos directores de museos han discutido abiertamente la situación con sus colaboradores por honorarios. De acuerdo con fuentes consultadas por KIOSKO, en museos del INBA, a los directores se les ha encomendado la misión de salvar la mínima cantidad de colaboradores por honorarios, así como proyectos que saldría más caro cancelar que continuar. El resto es sacrificable.
Hablemos de números
A la fecha, la dirección del INBA no ha dado una cifra que concrete la magnitud de un recorte, pero algunos funcionarios ya divisan un estimado. Por ejemplo, Fernanda Matos, directora del Museo Nacional de San Carlos, anunció en una reciente conferencia de prensa que el ajuste será de medio millón de pesos, es decir, 10% del presupuesto de la institución a su cargo.
Ana Elena Mallet es una de las pocas voces que ha aceptado consignar abiertamente, con su propio ejemplo, las consecuencias que ha tenido el recorte presupuestal. Hace unos días a la curadora le fue notificada la cancelación de la muestra dedicada a Fernando Gamboa, que se inauguraría en octubre en el Museo de Arte Moderno. Junto con el proyecto de Mallet también se ha cancelado (o pospuesto) una exposición sobre la artista Remedios Varo.
“Hasta agosto no habrá exposiciones en los museos porque les quitaron el dinero y también está en riesgo la presencia de quienes hacen el trabajo intelectual en los museos: curadores, museógrafos, investigadores, educadores, etcétera, que por lo regular trabajan por honorarios y por ello están incluidos en el capítulo 3000 que Hacienda está pidiendo que se sacrifique. Es terrible porque constituyen un capital humano indispensable y a los directores de los museos se les está obligando a hacer un trabajo sucio al despedirlos en nombre de una austeridad que yo no veo en muchas otras áreas del gobierno federal”, comenta Ana Elena Mallet.
Quizá la comunidad de investigadores y creadores relacionados con las artes visuales son quienes han reaccionado con más rapidez ante el recorte en blogs, cadenas de correos y organización de reuniones para acordar acciones en los próximos días contra el recorte y para pedir una actitud crítica contra los dictados de Hacienda a Consuelo Sáizar, presidenta del Conaculta.
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