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La inminente liberación de los indígenas presos por la matanza de la ermita de Acteal, es desconocida aún por sus familiares en esta comunidad tzotzil de los Altos de Chiapas, que no ha logrado superar el odio y el rencor.
En medio de la desesperanza, las madres, esposas e hijos de los sentenciados se afanan por la reconciliación comunitaria y exigen justicia para castigar a los verdaderos responsables de la muerte de 45 personas, el 22 de diciembre de 1997.
En esta comunidad tzotzil, desde hace años intentan superar el odio y el rencor que dejó aquella masacre y el posterior encarcelamiento de los acusados en el penal El Amate.
A más de una década del trágico suceso, jóvenes como Edilio Gutiérrez dejaron el terruño para tratar de olvidar.
Desde aquel día las familias han resentido también la muerte de tres mujeres y tres niños. Incluso, algunas madres tuvieron que casarse con otros hombres de la comunidad para poder asegurar el sustento para sus hijos.
Dolor que no cesa
Celso Gutiérrez Santís, de 19 años, tuvo que enfrentar el sufrimiento y el desamparo cuando apenas tenía 8 años.
Sin embargo, Gutiérrez Santís aún recuerda cuando agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) aprehendieron a su padre Antonio Gutiérrez Santís, quien fue sentenciado a 25 años de prisión.
En entrevista, relata que su madre Juana Santís Pérez murió hace tres años, aquejada por la fatiga del trabajo, la enfermedad y la enorme pena que le causó ver a su cónyuge preso.
“Mi madre luchó duro por sus tres hijos, al final no aguantó. Se enfermó y cayó en la tristeza; hasta el último día nos pidió que creyéramos en la inocencia de nuestro padre”, señaló.
A siete años de distancia, Celso vive con su esposa y con su hija Carolina, de dos meses de nacida. Trabaja la agricultura en espera de un mejor porvenir.
Recuerdos dolorosos
Recuerda con dolor la ausencia de su padre y el rechazo que enfrentaron al ser señalados como familiares de los homicidas que tirotearon la ermita en donde oraban 300 personas. “No nos aceptaban ni daban trabajo, porque decían que nuestro padre era un asesino”.
Aún así, se empeña en lograr la reconciliación y la paz con sus vecinos de Acteal.
“Hasta el día que liberen a nuestros familiares sabremos convivir”, señala con esperanza.
Aunque desconoce que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) podría otorgar el amparo a los 41 implicados en los hechos en donde murieron 45 tzotziles, aguarda el momento cuando volverá a encontrarse con su padre.
“Que van a ser liberados, no sabemos si es verdad. Los abogados siempre nos engañan, ya estamos acostumbradas a las mentiras; esta vez, esperaremos a ver si es cierto”, manifestó incrédulo Gutiérrez Santís.
Abandono del gobierno
Lorenzo Pérez Vázquez, presidente del comité ejecutivo agrario de este poblado, afirmó que a 11 años de la matanza de Acteal, la pobreza y la marginación crecieron en esta zona dedicada al cultivo del maíz y el café, que también han tenido malos años.
“El gobierno nos abandonó, nunca recibimos apoyo. Fuimos los familiares y los parientes quienes nos responsabilizamos de criar, ayudar a los niños y de cuidar a los ancianos familiares de los que se fueron presos”, sostuvo Pérez Vázquez.
Que el gobierno los ayude
Indica que una forma de reparar la deuda por los detenidos inocentes, es que el gobierno nos ayude con nuestras tierras, cultivos y viviendas, puntualizó.
En Acteal vive Catalina Pérez López. Entre súplicas y sollozos reclama la liberación de su esposo Hilario Guzmán Luna.
La mujer evangélica desconoce la inminente liberación de su cónyuge. “Todos estos años he confiado en la inocencia de mi esposo; mi vida sin él ha sido puro sufrimiento. Pero si lo liberan vamos a estar muy contentos, porque se va a hacer justicia que tanto hemos pedido a Dios”.
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