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A ellas les llaman “tarimapendecuaras”, “hijas del maíz”, “cerdas” o “comadronas” en el Panda Show, uno de los programas de radio con más rating del país. A jóvenes, transgéneros y demás comunidad LGTB los exhiben en televisión en el Show de la Barandilla, transmitido por televisión en Guadalajara. En las telenovelas mexicanas se humilla a los indígenas; se separan las clases sociales por el color de piel, se mofan de la gente con sobrepeso y de los homosexuales.
Esto ha sucedido siempre. En México, la mayoría de los contenidos de entretenimiento en la televisión y la radio han ignorado el artículo 10 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación que prohíbe las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen. La ley prohíbe “todo aquello que sea discriminatorio de las razas” o el “empleo de recursos de baja comicidad y sonidos ofensivos”.
De acuerdo con el monitoreo realizado por el Consejo Ciudadano por la Equidad de Género en los Medios de Comunicación y el Derecho a la Información de las Mujeres, la televisión y radio mexicanas están llenas de contenidos discriminatorios. Pocos se salvan de la lista: el Partido Acción Nacional es calificado como misógino cuando, en campaña, sólo en uno de 16 spots presentó a una mujer como sujeta de participación política; aún así, ésta no promueve el ejercicio ciudadano en las mujeres, puesto que no es protagonista y la propuesta política siempre recae en un varón.
Humillación en las novelas
Ese consejo, compuesto por 13 organizaciones civiles que defienden la equidad de género, analizó las telenovelas mexicanas. En Destilando amor, protagonizada por Angélica Rivera, actual pareja del gobernador del estado de Mexico, Enrique Peña Nieto, se registraron 415 situaciones de violencia hacia las mujeres en sólo dos semanas de revisión.
El sondeo registró 128 ejemplos de violencia psicológica, incluyendo la laboral, la doméstica, la económica o patrimonial, la física; más de 60 escenas de rivalidad entre mujeres, 24 actos de discriminación por género y 13 por color. Para el análisis, el Consejo Ciudadano utilizó los parámetros de la Ley Para el Acceso de las Mujeres a Una Vida Sin Violencia, un reglamento federal aprobado por el Senado en abril de 2007.
Otra telenovela analizada fue Fuego en la sangre, con 36 puntos de rating. El programa transmitió 234 escenas de violencia principalmente contra las mujeres, además de que la historia proyectó siempre un marcado machismo y hasta un feminicidio, como el que ocurre al papel interpretado por Ninel Conde.
Del monitoreo, el Consejo Ciudadano concluyó que Fuego en la sangre “atentó contra los derechos de las mujeres y violó las convenciones y tratados internacionales firmados y ratificados por el gobierno mexicano, como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, así como la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación”.
Los “chistositos”
Durante una semana, los especialistas monitorearon El Panda Show, programa de radio transmitido por Radio Fórmula (104.1 FM) y encontraron 184 comentarios en los que se violenta, discrimina y ridiculiza a las mujeres: en 92 se les dice a las mujeres “tarimapendecuaras”, “hijas del maíz”, “cerdas” o “comadronas”; en 52 se le discrimina llamándolas “pobretonas” e “ignorantes” y en 42 se les ridiculiza por su voz.
Uno de los programas considerados más misóginos en la TV fue Guerra de Chistes, pues, según el monitoreo de dos meses del Consejo Ciudadano “en una de las emisiones se produjo una de las expresiones más sórdidas de violencia, cuando la mujer, Carmen Yered Licona, alias la “Wanders Lover”, solicita su regalo de cumpleaños y en respuesta es sometida por dos de los integrantes para que el tercero le propine dramáticamente un cinturonazo y luego la obligue a levantar los brazos para evitar que se sobe y de esta manera exhibir sus senos”.
Esa escena llevó al Consejo a realizar una clausura simbólica de las instalaciones de Televisa Chapultepec, exigiendo a Telehit que eliminará de su programación los contenidos que atenten contra los derechos de las mujeres.
Espejo de la sociedad
Para Daniel Ponce, director de vinculación y programas educativos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), los medios de comunicación son reproductores de una cultura discriminatoria socialmente aceptada y que siempre está relacionada con el racismo, la condición indígena, la comunidad LGTB, las mujeres, estereotipos de belleza occidental, entre otros.
Ponce dice que sería muy exagerado aseverar que todos los programas son discriminatorios, pero “la realidad es que los medios son un espejo de la sociedad y justificándose en la libertad de expresión caen en este tipo de actos”.
Explica que la exposición de la discriminación en televisión es preocupante pues, según cifras del observatorio iberoamericano de televisión en México, 28% de la audiencia de telenovelas son niños y niñas. “En estos programas refuerzan las diferencias de clases sociales, la envidia, violencia, traición y otros elementos que vuelven a la discriminación parte de la cotidianidad”.
Lo que falta por hacer
Ponce explica que en materia de prevención a la discriminación estamos en pañales, pues en países como España “si te burlas de una persona con discapcidad, se cancela el programa”.
En México hacen falta leyes nuevas que marquen límites claros y es necesario que cuando se publiquen se revele también el reglamento para ejecutarlas.
“Aunque se ha avanzado, hay mucho por hacer, ya que sólo en 16 estados hay leyes contra la discriminación, y de ellas 14 no cuentan con reglamento. Además, sólo hay dos Consejos para Prevenir la Discriminación, además del Conapred”. Así, en México el tema de la lucha contra la discriminación en medios electrónicos tiene un largo camino por recorrer.
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