México encara futuro con recursos minados.

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México cuenta con un gran tesoro cultural e histórico que lo coloca como la sexta nación con más sitios incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial y la primera en América Latina y el Caribe.

Pero esta riqueza no siempre ha sido valorada y protegida por los gobiernos, que tampoco la han utilizado como una herramienta para impulsar el desarrollo social y económico.

A diferencia de Italia, España, Francia o Alemania, que han hecho de su patrimonio su mejor carta de presentación ante el orbe y han logrado que sus comunidades vivan de cuidar y mostrar su pasado, en nuestro país esto no sucede, pese a ser uno de los que más lugares arqueológicos tiene en América y con las ciudades coloniales más importantes del continente.
Expertos en el tema dicen que falta creatividad para promover el legado cultural y conciencia para realizar proyectos integrales que impulsen el progreso de la región.

Lo que ahora ocurre, indican, con el pretexto de fomentar el turismo en ciertas áreas, se presentan programas que convierten a las zonas arqueológicas o sitios naturales en “escenografías de espectáculos”, como ha sucedido con Chichén Itzá, Tajín, Teotihuacán o las Grutas de Cacahuamilpa.